miércoles, 28 de noviembre de 2007

La ideología del perro faldero

Si Alan García escribiera en las décadas del veinte o treinta, le daría la razón a los barones del azúcar, que en ese entonces representaban la gran inversión, y no a los trabajadores de la caña que protestaban por los contratos temporales y los bajos salarios, sin considerar que según la nueva doctrina, ahora descubierta, ésta es una actitud propia del hortelano, ya que siempre hay quienes tienen menos que un trabajo temporal y un mal salario.
Afirmaría también que la Cerro de Pasco Corporation hacía bien en correr su cerco por la pampa y arrebatarle sus tierras a las comunidades, que no las hacían producir como puede hacerlo una gran empresa extranjera. Y sostendría que la IPC estaba en lo justo al no querer pagar impuestos que desalientan la inversión. No habría, por tanto, motivo para formar el APRA, ese partido del hortelano con un programa que anunciaba la nacionalización de las tierras y las industrias, o la solidaridad con las clases y pueblos oprimidos, es decir con los perros enemigos de las inversiones. El civilismo hubiera seguido siendo el partido del crecimiento económico y la explotación de los recursos naturales, y los presidentes emblemáticos vendrían a ser Piérola, Pardo, Leguía, Benavides, Prado, Odría, Fujimori, García II, que nunca dejaron sin comer lo que les apetecía a las empresas extranjeras.
Si García pudiera hablar con Haya de la Torre, le diría que siempre fue un político del hortelano, porque a pesar de todos los virajes de la historia, mantuvo la tesis del Estado fuerte para regular la inversión, cuando era exactamente al revés: inversión fuerte y Estado sin regulación. O sea que cuando el viejo decía que por táctica había que aliarse con la derecha, su discípulo más ambicioso se preparaba para hacer del APRA un partido de derecha. Si Alan García tuviera que decir su opinión sobre la Constitución de 1979, que sostenía en campaña que iba a restituir si llegaba a ser elegido, seguro declararía que se trata de una Constitución del hortelano, porque se llena de derechos reconocidos, en vez de sostener que los derechos vienen con el tiempo, después del crecimiento.
Finalmente, si García pudiera verse cara a cara con el presidente del 85-90, es casi cantado que le diría: hasta hoy todos se preguntaban cómo fuiste capaz de hacer el peor gobierno de la historia, no sólo por la hiperinflación y la violencia, sino porque te peleaste con las empresas, con el FMI, con la derecha política y Vargas Llosa, y no nacionalizaste nada, ni redujiste la deuda, ni cumpliste con los agrarios, entre otras tantas cosas que anunciaste en tu gobierno. La explicación ahora está clara: la ideología del perro del hortelano te tenía atrapado. Pero ahora has cambiado a la ideología del perro faldero, e igual nada te sale bien, ni el Forsur, ni el Pacto Social, ni la Sierra Exportadora, ni ninguna cosa. Pero te aplauden. Ésa es la diferencia.
R.W.
prensa escrita