El reciente informe anual del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), "La lucha contra el cambio climático: solidaridad frente a un mundo dividido", confirma una preocupación que aún no ha sido asumida como un asunto central de política de Estado en el Perú: los glaciares se encuentran en un drástico retroceso en América Latina, en particular en el Perú, en cuyo territorio se encuentra el 70 por ciento de los glaciares de los países andinos.
"Desde el comienzo de 1970, se calcula que el área superficial de los glaciares de Perú se ha reducido entre 20 y 30%", informa el PNUD. Es un dato conocido por los especialistas; además, como glosa el informe, "Perú registra una de las tasas de repliegue de glaciares más rápida del mundo". Este proceso de deshielo tendrá efecto sobre varias regiones del país, en particular sobre la costa norte, sobre todo en el río Santa, que se alimenta de las aguas de la cordillera Blanca y que nutre a ciudades como Chimbote y Trujillo; además afectará a ríos de la cordillera Central, como el Rímac.
El Estado sigue reaccionando de manera inmediatista. Se resiste, por ejemplo, a crear instancias como el Ceplan, para que, fuera del control del Ministerio de Economía y Finanzas y de su criterio de costo-beneficio de corto plazo, se diseñe un crecimiento equilibrado. Lo mismo sucede con la resistencia a fortalecer las regiones, algo indispensable para prever los efectos del cambio climático. El propio Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, que se acaba de ratificar, inclinará más la economía hacia la costa; y el modelo exportador, unilateralmente planteado, debilitará más la sierra y la amazonía.
En el ámbito mundial, los países desarrollados son los principales contaminadores. En la otra acera, los más pobres o de mediano desarrollo son los menos preparados para enfrentar este fenómeno global en el corto y mediano plazo. Estados Unidos es el principal país emisor de dióxido de carbono (20,9% del total), causante fundamental del efecto invernadero.
Mientras tanto, la reciente reunión mundial de Bali, en el contexto del cumplimiento del Protocolo de Kioto, fue un fracaso a medias. En aras de incluir a Estados Unidos, debió aceptar la no mención de objetivos concretos de reducción de gases de efecto invernadero, a pesar del manifiesto descontento de los países de la Unión Europea, que contaban con el apoyo de los países en desarrollo, y de China e India. Como lo resume Sigmar Gabriel, ministro alemán de Medio Ambiente: "Hemos logrado más de lo que podríamos haber esperado antes, pero es menos de lo que se necesita dada la urgencia del problema". Aquí, donde el presidente Alan García piensa que los ambientalistas son los comunistas del siglo XXI, estamos bastante más lejos todavía.
"Desde el comienzo de 1970, se calcula que el área superficial de los glaciares de Perú se ha reducido entre 20 y 30%", informa el PNUD. Es un dato conocido por los especialistas; además, como glosa el informe, "Perú registra una de las tasas de repliegue de glaciares más rápida del mundo". Este proceso de deshielo tendrá efecto sobre varias regiones del país, en particular sobre la costa norte, sobre todo en el río Santa, que se alimenta de las aguas de la cordillera Blanca y que nutre a ciudades como Chimbote y Trujillo; además afectará a ríos de la cordillera Central, como el Rímac.
El Estado sigue reaccionando de manera inmediatista. Se resiste, por ejemplo, a crear instancias como el Ceplan, para que, fuera del control del Ministerio de Economía y Finanzas y de su criterio de costo-beneficio de corto plazo, se diseñe un crecimiento equilibrado. Lo mismo sucede con la resistencia a fortalecer las regiones, algo indispensable para prever los efectos del cambio climático. El propio Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, que se acaba de ratificar, inclinará más la economía hacia la costa; y el modelo exportador, unilateralmente planteado, debilitará más la sierra y la amazonía.
En el ámbito mundial, los países desarrollados son los principales contaminadores. En la otra acera, los más pobres o de mediano desarrollo son los menos preparados para enfrentar este fenómeno global en el corto y mediano plazo. Estados Unidos es el principal país emisor de dióxido de carbono (20,9% del total), causante fundamental del efecto invernadero.
Mientras tanto, la reciente reunión mundial de Bali, en el contexto del cumplimiento del Protocolo de Kioto, fue un fracaso a medias. En aras de incluir a Estados Unidos, debió aceptar la no mención de objetivos concretos de reducción de gases de efecto invernadero, a pesar del manifiesto descontento de los países de la Unión Europea, que contaban con el apoyo de los países en desarrollo, y de China e India. Como lo resume Sigmar Gabriel, ministro alemán de Medio Ambiente: "Hemos logrado más de lo que podríamos haber esperado antes, pero es menos de lo que se necesita dada la urgencia del problema". Aquí, donde el presidente Alan García piensa que los ambientalistas son los comunistas del siglo XXI, estamos bastante más lejos todavía.
C.S.P.
Prensa escrita.