Hay noticias que se difunden y otras que, si se pueden impedir, quedan archivadas tanto tiempo como convenga a los interesados. El control de la información es un arma poderosa que, quienes la manipulan, conocen tanto como lo ignoran las víctimas de la manipulación.
Diariamente escucho discursos en varias personas -que provienen de los medios- que son aceptados ciegamente, sin crítica alguna, por quienes los reciben. Me pregunto si la historia del futuro será la suma de historietas que nos cuentan en el presente o si habrá una reacción que impulse a los ciudadanos a pensar y a opinar por sí mismos. Dudo, dado el desequilibrio de poder entre manipuladores y manipulados, que esto ocurra.
Aunque ayer hablábamos en términos de 'explotadores y explotados', hoy la diferenciación debe acentuarse entre 'manipuladores' y 'manipulados', pues los explotados de ayer justifican su opresión con los mismos argumentos que sus explotadores utilizan para ejercerla.
La interiorización del colonizador, de la que antes hablaba Franz Fanon, hoy, gracias a la vigencia y a la velocidad de los medios de comunicación, se transforma en la interiorización del orden establecido. Orden que, en la creencia de muchos, les reserva una espacio al que, sin que ellos lo sepan, nunca accederán.
Ya la idea sembrada por la religión del paraíso terrenal nos preparó para esperar una vida mejor. Ayer, la prometían en el cielo; hoy, en el futuro. La una y la otra solo existen en nuestra imaginación. Y esta, que parece conformarse con poco, actúa de acuerdo con los parámetros que la sociedad ha sembrado en ella. Parámetros donde el modelo interiorizado es el único modelo posible y donde la felicidad parece residir en la posibilidad de hacer tanto dinero como sea posible, en separar sin mayores esfuerzos el bien del mal y en poder ejercer el derecho a la esperanza.
En esas condiciones, la mesa está servida para los manipuladores, sobre todo en estos tiempos de crecimiento económico donde, a pesar de que las distancias sociales no se acortan, existe un clima de relativo entusiasmo que se refleja en el mejoramiento de algunos indicadores que, de modo alguno, modifican los niveles de vida de los sectores postergados. Y, así como no se dice que para elevar la calidad de vida de la población mundial al nivel de los países desarrollados harían falta alrededor de siete planetas Tierra, o que, como dice Jean Ziegler: "Las 255 fortunas privadas más importantes del mundo suman, en conjunto, un billón de dólares, que equivale a la renta anual acumulada de los 2,500 millones de personas más pobres del planeta, es decir, el 40% de la población mundial. Quien quiera que ponga en peligro la riqueza excepcional de los ricos se coloca, ipso facto, fuera del mundo civilizado", tampoco se dice, o se dice solapadamente en relación con la actualidad, que los islámicos, por ejemplo, en Qatar, pintaron un blanco sobre un buque de guerra de los Estados Unidos. ¿Lo sabía? Es solo una inofensiva curiosidad entre tantas otras.